La huella ecológica de la tecnología digital
Cuando hablamos de consumo de energía, toda la atención se dirige a uso de
la energía de un dispositivo ó una máquina mientras está en operación. Una
laptop ó netbook que consume 45 vatios consideramos es más eficiente que una
plancha que consume 900 vatios. Desde luego que parece muy lógico, pero no
hacen sentido cuando entramos a considerar la energía que fue requerida para la
manufactura de estos dispositivos que se compara. Esto es especialmente cierto
para productos de alta tecnología, que demandan intensivos procesos de
manufactura y materiales.
Hay aspectos que se desconocen ú olvidan en materia energética referidos a:
la energía que fue necesaria para la fabricación/manufactura de nuestros dispositivos
móviles, el consumo de energía eléctrica que requieren para poder operar, y de
otra parte la energía que necesitan las infraestructuras sobre las cuales
operan estos dispositivos, sean estos servidores, routers, switch, redes LAN,
internet. Sin las cuales no pueden operar ó si lo hacen será de una forma muy
básica, reducida.
La energía requerida para la fabricación/manufactura de un dispositivo
móvil es considerablemente más alta que la energía usada para su operación. Un
carro medianamente moderno usa muchas veces más energía en su tiempo de vida
(quemando gasolina ó diesel) que durante su manufactura, esta misma regla se
aplica a un refrigerador, un bombillo incandescente. De tal manera que
comparativamente con los dispositivos (gadgets), equipo electrónico, tecnología
digital avanzada, tenemos una inversión en términos de energía para manufactura
versus consumo de energía durante su vida útil. Un microchip tiene más energía
embebida que un auto, guardando las proporciones.
El análisis del ciclo de vida de productos de alta tecnología es
extremadamente complejo debido a la gran cantidad de partes que lo componen, y
dado esto y por razones de políticas de mercado los análisis son un tanto
difíciles de conocer.
Comparativamente si vemos una computadora ú ordenador de escritorio con su
monitor de tubo de rayos catódicos (CRT), a primera vista parecería indicar que
el embebido energético de una laptop es menor que el embebido de la máquina de
escritorio, porque tiene menos material (plásticos, metales, vidrio, etc)
necesario. Pero no es el plástico, el metal, el vidrio, lo que determinan la
energía intensiva para su producción, cuando nuestras laptops están pobladas de
delgados micro-chips que para su construcción tienen una alta demanda
energética.
Los requerimientos energéticos en técnicas de manufactura de
semiconductores y nano-materiales son muy altos tanto como 10 elevado a la
sexta potencia comparados con procesos de manufactura convencional, esto es
entre 1000 a 100.000 megajoules por kilogramo de material versus 1 a 10
megajoules para técnicas de manufactura convencional.
La manufactura de un kilogramo de nano-materiales, material electrónico,
requiere entre 280 kilowatts-hora a 28 Megawatts-horas de electricidad,
suficiente energía para mantener encendido de forma continúa un televisor
pantalla plana por 41 días a 114 años, esto no incluye facilidades ambientales
que para semiconductores pueden ser sustanciales.
De acuerdo a estudios realizados 2 gramos de micro-chips requieren 1.6 Kg
de combustible, esto significa que para producir un kilogramo se necesitan 800
kilogramos de combustible , comparados a 12 kilogramos de combustible para
producir un kilogramo de computadora.
Pero bien, cuánto de energía embebida tiene una laptop con bajos recursos,
aproximadamente: 1.296 a 2.595 megajoules ó 360.000 a 720.000 watt-hora. No
está referido a laptops con tecnología "multi-core".
El dilema para muchos ambientalistas radicales y no radicales en el fondo
de esta situación es " tratar de echar la rueda para atrás", esto es
en otras palabras "continuar usando tecnología ó no usar tecnología"
para transformarnos en un mundo de la sociedad pre-industrial. La realidad es
que la rueda no pude ser echada para atrás, el curso de la humanidad está
plenamente definida.
Como sabemos las Tecnologías de la Información y Comunicación ha transformado
nuestra forma de vida, hoy el ciudadano corriente trabaja, aprende y se
entretiene con ellas. Desde teléfonos móviles y micro-chips de computadoras al
internet. Consistentemente se viene entregando productos innovadores que ahora
son parte integral de todos los días de la vida. Pero cuál es la contraparte
positiva de la tecnología versus los costos de inversión para tener éstas
tecnologías? Según "Smart 2020", el uso de las TIC permiten disponer
de:
·
Sistemas
de motores inteligentes: Globalmente motores optimizados e industria
automatizada reducirían 0.97 Gt CO2 en el 2020, esto equivale a un valor de
$107.2 billones de dólares.
· Logísticas
inteligentes: La construcción de edificios inteligentes permitirían un ahorro
de 1.68 Gt CO2 un equivalente de $340 billones.
·
Redes inteligentes:
Permite el manejo de las redes de electricidad de forma inteligente obteniendo
un ahorro en base a la reducción de 2.03 Gt CO2, con un valor de $124.6
billones.
Ahorros
adicionales son posible según "Smart 2020" al obtener energía más eficiente, hay también
ahorros potenciales de energía en la sustitución -reemplazo de productos con
demanda de niveles altos de carbón con el otros de menor demanda- el caso de la
producción de libros, reuniones presenciales, por e-commerce/e-government y
videoconferencia avanzada. Los estudios referidos indican se produciría en este
concepto un ahorro significativo pudiendo alcanzar los 500 Gt CO2 en el 2020.
De otra parte la
reducción a escala de la emisión de gases por la integración inteligente de
TIC hacia nuevas formas de operación,
vida, trabajo, aprendizaje, hacen que sea una llave clave en la lucha por el
cambio climático. No obstante es necesario el liderazgo de quienes manejan las
TIC en el cambio climático con la participación beligerante de los gobiernos.
La huella
ecológica de la tecnología digital descrita está obviamente lejos de ser
completa. Nos hemos enfocado exclusivamente en el uso de la energía en esta
pequeña reflexión , pero no se toma en cuenta otros aspectos como los recursos
de agua que requieren estos procesos, no solamente en términos de cantidad sino
también en términos de calidad, las condiciones son de ultra-pureza del agua
(UPW), lo cual requiere el uso de gran cantidad de químicos. Así también está
en la pureza del aire y su tratamiento especial donde se opera en esta
industria. De otra parte no hemos hablado de la toxicidad en los procesos de
manufactura de estos semiconductores y nano-materiales, de la basura, desechos
que se obtienen en su producción. Para muchos de estos aspectos la industria de
semiconductores y nano-materiales reconoce que no hay soluciones, dando a
entender que es un mal necesario.
Lo que nos queda resonando
como una sirena con 140 dB en el oído es el impacto ambiental y el hecho del
extremado corto ciclo de vida de estos aparatos (gadgets), nuestros smart-phones,
tablets, laptops, netbooks, versus las cantidades de energía embebida que éstos
tienen; en la mayoría de nuestros países
pobres como en los desarrollados, están
siendo reemplazados en promedio en un términos de dos a tres años, incluso
mientras están en buen estado y trabajando, aniquilados abruptamente por la obsolescencia
tecnológica.
Fuentes: http://www.itrs.net/
http://www.scribd.com/doc/4183/Energy-Intensity-of-Computer-Manufacturing
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