miércoles, 17 de marzo de 2021

Canto de Solidaridad

Kunas, Panamá-Colombia

Tomado de Poesía indígena de América de Guillermo Alberto

Arévalo, Arango editores, Bogotá, 1988.



Distribúyase el pescado de mar,

distribúyase el sábalo, distribúyase el pez-sierra,

distribúyase el pez-sierra pequeño,

distribúyase el tiburón, distribúyase el pargo.

Parece que el camino del pescado

Dios lo ha hecho de oro.

El flautista llama a la niña

y la previene para que ajuste bien

el borde de su blusa.

Distribúyase el mero,

distribúyanse las conchas que se adhieren a las rocas

y a los mangles,

distribúyase la langosta,

distribúyanse los cangrejos,

distribúyase el marisco que vive en las rocas

con la boca abierta, como riéndose,

distribúyase la carne de las conchitas del río,

distribúyanse las conchas más grandes,

distribúyanse los camarones,

distribúyanse todos los peces del río,

distribúyase la iguana

que se para

en el extremo del guayacán.



Ipelele

Abadio Green, 1957, Kuna-Tule


Nána kayapai

desde el fondo del río Tuiliwala

sonrío con satisfacción

al mirar a sus hijos nacer

desde la tinaja de oro de plata.

El gran río se estremeció

las nubes se acoplaron para dialogar

sobre el gran nacimiento

las distintas capas de la madre tierra

se acomodaron,

se fortalecieron

y profanaron profecías.

El fuego se levantó

con su sombrero brillante

para la lucha

para señalar el camino de esperanza.

El viento volvió a danzar

como la primera vez

cuando Pápa y Nána estaban formando a la madre

tierra.

El agua roció las mejillas de la madre doliente

para darles la gran noticia

las plantas se vistieron

con sus mejores molas,

con sus mejores aromas,

para preparar la guerra.

El fuego

el viento

el agua

las plantas

y los ocho hermanos

volvieron a la memoria

de mi pueblo Tule.

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