Canto de Solidaridad
Kunas, Panamá-Colombia
Tomado de Poesía indígena de América de Guillermo Alberto
Arévalo, Arango editores, Bogotá, 1988.
Distribúyase el pescado de mar,
distribúyase el sábalo, distribúyase el pez-sierra,
distribúyase el pez-sierra pequeño,
distribúyase el tiburón, distribúyase el pargo.
Parece que el camino del pescado
Dios lo ha hecho de oro.
El flautista llama a la niña
y la previene para que ajuste bien
el borde de su blusa.
Distribúyase el mero,
distribúyanse las conchas que se adhieren a las rocas
y a los mangles,
distribúyase la langosta,
distribúyanse los cangrejos,
distribúyase el marisco que vive en las rocas
con la boca abierta, como riéndose,
distribúyase la carne de las conchitas del río,
distribúyanse las conchas más grandes,
distribúyanse los camarones,
distribúyanse todos los peces del río,
distribúyase la iguana
que se para
en el extremo del guayacán.
Ipelele
Abadio Green, 1957, Kuna-Tule
Nána kayapai
desde el fondo del río Tuiliwala
sonrío con satisfacción
al mirar a sus hijos nacer
desde la tinaja de oro de plata.
El gran río se estremeció
las nubes se acoplaron para dialogar
sobre el gran nacimiento
las distintas capas de la madre tierra
se acomodaron,
se fortalecieron
y profanaron profecías.
El fuego se levantó
con su sombrero brillante
para la lucha
para señalar el camino de esperanza.
El viento volvió a danzar
como la primera vez
cuando Pápa y Nána estaban formando a la madre
tierra.
El agua roció las mejillas de la madre doliente
para darles la gran noticia
las plantas se vistieron
con sus mejores molas,
con sus mejores aromas,
para preparar la guerra.
El fuego
el viento
el agua
las plantas
y los ocho hermanos
volvieron a la memoria
de mi pueblo Tule.
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